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Contenido principal

Depredación y herbivoría

Depredadores y presas. Las adaptaciones de los depredadores que les ayudan a capturar una presa y las adaptaciones de las presas que les ayudan a escapar a sus depredadores.

Puntos más importantes

  • La depredación es una interacción en la que un organismo, el depredador, se come todo o una parte del cuerpo de otro organismo, la presa.
  • La herbivoría es una forma de depredación en la que el organismo presa es una planta.
  • Las poblaciones de depredadores afectan las dinámicas poblacionales de las presas y viceversa. Los tamaños poblacionales de ambos a menudo suben y bajan en ciclos relacionados.
  • A menudo, los depredadores y las presas tienen adaptaciones —características beneficiosas que surgen por selección natural— relacionadas con su interacción. En las presas, estas incluyen varios tipos de defensas y señales de advertencia, como una coloración brillante.

Introducción

Si te pidiera que mencionaras una forma en la que las especies interactúan en la naturaleza, la depredación posiblemente sería la primera que se te vendría a la cabeza. Después de todo, muchos hemos visto a los osos pescando salmones, a los leones comiendo cebras o a los pulpos atrapando a sus presas en el canal de la naturaleza. De hecho, ese era el único canal que me permitían ver cuando era niño, ¡y a mí me parecía increíble!
En la depredación, el depredador se come todo o parte del cuerpo de su presa, con un efecto positivo (+) en el depredador y negativo (-) en la presa. Los programas de televisión sobre la naturaleza destacan el drama de un animal que mata a otro, pero la depredación también puede tomar formas más sutiles. Por ejemplo, que un mosquito chupe un poquito de tu sangre puede considerarse una forma de depredación. También la herbivoría puede considerarse como tal, ya que en ella un animal —digamos una vaca o una oruga— consume parte de una planta1.
En este artículo, veremos más de cerca la depredación: las diferentes formas que puede tomar, cómo afecta a las poblaciones de depredadores y presas, y cómo la selección natural ha modelado las características de los depredadores y las presas.

¿Qué cuenta como depredación?

Un depredador es un organismo que consume todo o parte del cuerpo de otro organismo —vivo o muerto recientemente—, que es su presa. Lo que distingue a los depredadores de los descomponedores es ese "vivo o muerto recientemente", ya que los descomponedores, como los hongos y las bacterias, degradan los restos de organismos ya muertos2.
Si vemos a un león comiendo una cebra, podemos decir cómodamente que el león es un depredador. Sin embargo, en una definición más amplia del término, ¡la cebra también lo es!1. La presa de un depredador puede ser un animal, pero también puede ser una planta o un hongo. Tampoco es necesario que el depredador mate a su presa; una vaca que pasta o un mosquito que chupa sangre, toman solo una parte del cuerpo de su presa y la dejan viva1. Una relación depredador-presa en la que un animal o un insecto consumen una planta se conoce como herbivoría: herbi- significa planta, -voro, comer.

Dinámica de las poblaciones de depredadores y presas

Las poblaciones de depredadores y presas en una comunidad no se mantienen constantes con el tiempo; en muchos casos varían en ciclos que parecen estar relacionados entre sí. El ejemplo más citado de las dinámicas entre depredador y presa son los ciclos del lince, un depredador, y su presa, la liebre. Sorprendentemente, este ciclo puede verse en la información obtenida hace casi 200 años a partir del número de pieles conseguidas por los cazadores en los bosques de Norteamérica.
Panel superior: la gráfica muestra el número de animales en millares contra el tiempo en años. El número de liebres fluctúa entre 10 000 en los puntos más bajos y de 75 000 a 150 000 en los más altos. Normalmente hay menos linces que liebres, pero la tendencia en el número de linces sigue a la de las liebres.
Panel inferior: fotografías de lince y liebre.
Los ciclos poblacionales del lince y la liebre se repiten aproximadamente cada 10 años, en los que la dinámica de la población del lince presenta un retraso de uno o dos años con respecto al patrón de la población de liebres. La explicación clásica es esta: a medida que aumenta la cantidad de liebres, hay más comida disponible para los linces, lo que permite que la población de estos aumente. Sin embargo, cuando la población de linces llega a cierto límite, mata a tantas liebres que la población de estas disminuye. A esto le sigue una disminución en la cantidad de linces debido a la escasez de comida. Cuando la población de linces es baja, la de liebres aumenta —en parte debido a una menor depredación— y comienza un nuevo ciclo.
Actualmente, los ecólogos ya no piensan que los ciclos de ambas poblaciones están controlados por completo por la depredación. Parece que la disponibilidad de las plantas que alimentan a las liebres —que disminuyen cuando las liebres son demasiado abundantes— también puede ser un factor en el ciclo3. Algunos estudios recientes también han mostrado que el estrés, ya sea por depredación, poca disponibilidad de alimento o algunos otros factores dependientes de la densidad poblacional, pueden reducir directamente la fecundidad —el rendimiento reproductivo— de las liebres hembra4. Aun así, la interacción depredador-presa entre el lince y la liebre es obviamente un elemento fundamental del ciclo.

Mecanismos de defensa contra la depredación

Cuando estudiamos una comunidad, debemos considerar las fuerzas evolutivas que actuaron —¡y que siguen operando!— sobre los miembros de la comunidad. Las especies no son estáticas sino que cambian con las generaciones y se adaptan a su entorno mediante selección natural.
Las especies de depredadores y presas tienen adaptaciones, características beneficiosas que surgen por selección natural, que les ayudan a desempeñarse mejor en su función. Por ejemplo, las especies presa tienen adaptaciones de defensa que les ayudan a escapar de la depredación. Estas defensas pueden ser mecánicas, químicas, físicas o conductuales.
Las defensas mecánicas, como la presencia de espinas en las plantas o el duro caparazón de las tortugas, desalientan la depredación animal y la herbivoría al provocar dolor físico en el depredador o impedirle físicamente que pueda comerse a la presa. Las defensas químicas son producidas por muchos animales y plantas, como la dedalera, que es extremadamente tóxica cuando se come. El milpiés en el panel inferior de la imagen siguiente tiene defensas químicas y mecánicas: cuando se ve amenazado, se enrolla en una bola defensiva y produce una sustancia nociva que irrita los ojos y la piel.
La imagen superior izquierda muestra las espinas largas y puntiagudas de la acacia de tres espinas. La imagen superior derecha muestra el caparazón abovedado de una tortuga. La imagen inferior izquierda muestra las flores rosas y en forma de campana de la dedalera. La imagen inferior derecha muestra un milpiés enrollado formando una bola.
Crédito de imagen: Ecología de comunidades: Figura 3 por OpenStax College, Biology, CC BY 4.0; Arriba izquierda, modificación de la obra de Huw Williams; arriba derecha, modificación de la obra de “JamieS93”/Flickr; abajo izquierda, modificación de la obra de Philip Jägenstedt; abajo derecha, modificación de la obra de Cory Zanker
Muchas especies usan su forma y su coloración corporal para evitar ser detectadas por los depredadores. La araña cangrejo, por ejemplo, tiene la forma y el color de un pétalo de flor, lo que la hace muy difícil de ver cuando se encuentra quieta frente a una flor real. ¿Puedes verla en la imagen de abajo? ¡Me tomó un minuto encontrarla! Otro ejemplo famoso es el camaleón, que puede cambiar su color para igualar el de su entorno. Ambos son ejemplos de camuflaje, cuando un organismo evita ser detectado al mezclarse con el entorno.
Crédito de imagen: Ecología de comunidades: Figura 4 fotografía de David Rintoul CC BY 4.0
Algunas especies usan la coloración de manera opuesta: para advertir a los depredadores que no son buenas para comer. Por ejemplo, la rana de punta de flecha roja que se muestra abajo tiene una coloración brillante que advierte a los depredadores que es tóxica; mientras que el zorrillo rayado, Mephitis mephitis, usa su audaz patrón de rayas para advertir a los depredadores del olor desagradable que produce.
La imagen izquierda muestra una rana rojo brillante sentada en una hoja. La imagen derecha muestra un zorrillo.
Crédito de imagen: Ecología de comunidades: Figura 5 fotografía de OpenStax College, Biology, CC BY 4.0. Izquierda: modificación de la obra de Jay Iwasaki. Derecha: modificación de la obra de Dan Dzurisin
Aparte de estos dos ejemplos, muchas especies usan una coloración brillante o llamativa para advertir de un sabor asqueroso, un químico tóxico o la habilidad de picar o morder. Los depredadores que ignoran esta coloración y comen al organismo experimentan el mal sabor o los efectos de las sustancias tóxicas y aprenden a no comer esa especie en el futuro. Este tipo de mecanismo de defensa se llama coloración aposemática, o coloración de advertencia.
Algunas especies han evolucionado para imitar o copiar la coloración aposemática de otra especie, aunque por sí mismas no tengan el mal sabor o la toxicidad. En el mimetismo batesiano, una especie inofensiva imita la coloración de advertencia de una dañina. Si comparten los mismos depredadores, esta coloración protege a la especie inofensiva aunque sus miembros en realidad no tengan las defensas físicas o químicas del organismo al que imitan. Por ejemplo, muchas especies de insectos que no pican y carecen de veneno imitan la coloración de las avispas o las abejas.
Crédito de imagen: Ecología de comunidades: Figura 6 de OpenStax College, Biology CC BY 4.0; imágenes modificadas de la obra de Cory Zanker
En el mimetismo mülleriano, muchas especies comparten la misma coloración de advertencia, pero todas ellas tienen defensas. Por ejemplo, en la imagen de abajo se muestran pares de mariposas de mal sabor que comparten coloraciones parecidas. Cuando un depredador se encuentra con cualquiera de los miembros del par y descubre su horrible sabor, evitará a ambas especies en el futuro. Esta apariencia semejante pudo haber sido favorecida por la evolución porque la apariencia similar de ambas especies hizo que las comieran menos, gracias a la protección que da que un depredador aprenda a evitar a cualquiera de ellas.
Crédito de imagen: Ecología de comunidades: Figura 6 por OpenStax College, Biology CC BY 4.0; imagen de Joron M., Papa R., Beltrán M., Chamberlain N., Mavárez J., et al.
Esto es solo una muestra de las muchas adaptaciones que han evolucionado en las especies presa para minimizar la depredación. Por supuesto, los depredadores también tienen su propio conjunto de adaptaciones para maximizar la captura de presas, como dientes y garras afilados, gran velocidad en la carrera y coloración de camuflaje que le permita al depredador esperar a la presa sin ser visto5. En este sentido, es una carrera armamentista evolutiva en la que ambos lados deben subir la apuesta para permanecer en el juego1.

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